Wednesday, May 13, 2009

Cómo leer el reggaeton

Lo que sigue es el artículo que escribió el antropólogo Jorge Duany sobre nuestro libro Reggaeton en El Nuevo Día de hoy.

13-MAYO-2009
El Nuevo Día
Jorge Duany

COMO LEER EL "REGGAETON"

Quién hubiera imaginado que aquel ritmo censurado y perseguido, entonces llamado “underground”, “dembow”, “melaza” y “reggae (o rap) en español”, se convertiría en la principal exportación musical de la Isla durante la primera década del siglo XXI. A principios de la década de 1990, la música circulaba clandestinamente, mediante grabaciones caseras que se reproducían en clubes nocturnos y “fiestas de marquesina” en arrabales y caseríos.

En febrero de 1995, el Escuadrón de Control del Vicio de la Policía realizó una redada en varias tiendas de discos de San Juan que vendían música “underground”, porque ésta supuestamente incitaba al sexo, a la violencia y al uso de drogas ilegales. En mayo de 2002, el Senado de Puerto Rico celebró unas vistas públicas, presididas por Velda González, en torno al “perreo”, el baile asociado al “underground”. Allí se denunció el contenido “indecente” y “pornográfico” de las letras de las canciones, las imágenes de los vídeos y el escándalo de bailar frotándose la parte trasera con otros cuerpos. Irónicamente, esa campaña de pánicos morales aumentó la popularidad de las prácticas musicales conocidas actualmente como “reggaetón”.

El admirable libro “Reggaeton”, editado por Raquel Z. Rivera, Wayne Marshall y Deborah Pacini Hernández (Durham, NC: Duke University Press, 2009), nos convoca a “leer” cuidadosamente este extraordinario fenómeno musical y social de nuestros tiempos. Como plantea Juan Flores en su prólogo, se trata quizás de la primera música verdaderamente transnacional o diaspórica. El “reggaetón” no puede trazarse a un solo punto de origen, como Jamaica, Panamá, Puerto Rico o Nueva York, como tampoco puede identificarse exclusivamente con un público latinoamericano, antillano o latino. Más bien, este género híbrido es un producto de la incesante circulación de personas, mercancías, prácticas e identidades entre el Caribe y Norteamérica.

Los autores reunidos en este volumen documentan extensamente el cruce de fronteras geográficas, raciales, étnicas y lingüísticas, catalogado como “crossover” en la industria musical. Entre las múltiples influencias del “reggaetón”, se destacan el “reggae” jamaiquino, especialmente el “dancehall”; el “reggae” en español, particularmente el panameño; el “hip hop” y el “rap” afroamericano, pero también “niuyorican”, y varios estilos del Caribe hispánico, como la bomba, la plena, la salsa, el merengue, la bachata y la cumbia.

El “reggaetón” puede leerse como parte integrante de los intensos flujos musicales a través de múltiples circuitos migratorios entre varios países caribeños y sus diásporas. Esta mezcla de ritmos, instrumentos, compositores, cantantes e intérpretes de diversos orígenes nacionales, raciales y étnicos es un rasgo distintivo de la música afroantillana, desde la rumba y el mambo hasta la salsa y el “reggae”. Desde una perspectiva histórica, el “reggaetón” es la más reciente expresión de la criollización musical de la región. Como otros géneros populares, el “reggaetón” fusiona elementos caribeños, afroamericanos y latinos, tanto en términos lingüísticos como musicales. De ahí que apele a un público amplio y diverso, más allá de fronteras insulares.

Leer el “reggaetón” requiere ensanchar el imaginario convencional de las identidades nacionales, ancladas en un solo territorio, una lengua vernácula y una cultura compartida. Como demuestran hábilmente los ensayos recopilados en este libro, la “nación del reggaetón” se mueve constantemente entre numerosos países y ciudades, entre el español y el inglés, entre ritmos antillanos y afroamericanos. Además, sus cultivadores y fanáticos representan a una población multirracial, aunque predominan negros y mulatos. Su transición de los márgenes al centro de la industria musical global en menos de una década coincide con su apropiación por parte de un creciente número de jóvenes latinoamericanos, latinos y caribeños. En el fondo, se trata de una música nómada, que desborda los límites del nacionalismo cultural, las clasificaciones raciales y étnicas, las normas establecidas del buen gusto y las preguntas —para citar aquel famoso son cubano— sobre de dónde son los cantantes.

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